martes, 13 de mayo de 2008

Ufaaaa!!! con el campo...

Mucho tiempo sin escribir por varias razones. La primera es que al no ser publicado más el semanario Viernes en el que se incluía esta humilde columna y desaparecer, por ende, la obligación, mi acostumbrada vagancia apareció con todo su esplendor.
Otra de las razones es que en nuestros pueblos, bien de campo, muy pocas conversaciones terminan en otro lado que no sea el conflicto del campo con el gobierno. Y la verdad, estoy recontra aburrido del tema. Por eso durante todo este tiempo no he ido al bar del Gallego. Era pa’ pelear, vio? Porque, no sé si se dio cuenta, por estos lados “estamos todos con el campo”…
Y es muy difícil, entonces, tratar de llevar adelante alguna conversación medianamente constructiva sobre el futuro. Todo se reduce a criticar al gobierno, a decir que son todos unos ladrones, a criticar a cuanto funcionario se le pueda ocurrir a uno, y sostener graciosamente la postura de un campesinado “inocente y trabajador”.
Y por eso, no se pueden decir verdades porque suenan a prepotencia y a soberbia. Si uno dice que no existen los pequeños y medianos productores porque en realidad son rentistas que alquilan sus campos a los pooles de siembra y se quedan cómodamente en su casa luego de haber recibido alrededor 1.500 pesos por hectárea (haga la cuenta, un productor muy chico de unas 100 hectáreas recibe una renta de 150.000 pesos anuales unos 12.000 pesos mensuales, sin invertir, sin trabajar, sin arriesgarse), digo que si uno sostiene eso, una sarta de evocaciones sentimentales sobre el trabajo del campo, sobre los abuelos, sobre los padres, sobre “pelarse el culo en el tractor” (¿?), lo dejan sin palabras. Claro, pero no deja de ser cierto. Y no digo que esté bien o esté mal. Es lo que conviene y si yo tuviera 100 hectáreas es lo que haría. Sino no se explica que solamente 120 propietarios pequeños se hayan inscripto para la devolución de las retenciones promulgada por el gobierno para los productores de hasta 600 toneladas. A menos que sea por otra cosa… alguien me sopló que para acceder a ese beneficio no solamente hay que producir menos de 601 toneladas, “hay que estar en blanco, estar inscripto, porque el dinero viene a través de la cuenta bancaria”… Entonces es otra cosa, de lo que se está hablando.
El tema de la carne obtuvo respuesta del gobierno.
El tema del trigo, también
El tema de los lácteos, si no me equivoco, anda cerca del acuerdo.
Entonces, de qué estamos hablando? No es de política agropecuaria. NO. No es de política económica. NO. La dirigencia agraria y los productores agropecuarios, como un chico caprichoso, no quieren acuerdos de ningún tipo, lo único que al parecer esperan es que se deroguen las famosas retenciones móviles. Que dicho sea de paso, hoy por hoy, andan por debajo del 40%.
Que quiere que le diga. A mi me da la impresión que hay algunos que quieren tener sus 15 minutos de fama y que quieren torcerle el brazo a dos gobiernos que han logrado algunas cosas cuando todo parecía muy negro.

viernes, 28 de marzo de 2008

Me parece que nadie, absolutamente nadie, ni el periodismo, ni los políticos, ni los dirigentes, ni la gente de campo, ni la gente de ciudad, nadie, reitero, absolutamente nadie escuchó a la Presidenta de la Nación en su discurso del pasado martes.

¿Es soberbia o mentira? lo siguiente: “Es precisamente a partir del gobierno que se inicia en el año 2003, donde realmente comienza a tener competitividad el sector, no es solamente un problema de alza de las commodities. Para los brasileros también subió el precio internacional, sin embargo el sector agropecuario brasilero, que no tiene retenciones, tiene un 16 ó 17 por ciento menos de rentabilidad que el sector agropecuario argentino. Y ¿por qué? Muy simple, por el tipo de cambio; sostener un tipo de cambio competitivo, como lo hace el Estado argentino a través de un sistema, no de regulación cambiaria, sino de administración cambiaria, es decir, absorbemos dólares cuando entra y se liquida toda la cosecha para que se mantenga el valor porque sino el dólar se cae, se hace con una política que está siendo sustentada por el Gobierno y que también forma parte de la utilización del superávit fiscal”.

Yo creo que no.

¿Es soberbia o mentira? : “el campo consume aproximadamente 4 mil millones de litros de gasoil, 4 mil millones de litros de gasoil, que no tienen a un precio internacional, sino a un precio argentino subsidiado por todos los argentinos”.

Yo creo que no.

¿Es soberbia o mentira?: “Pero sigamos imaginando, además, que los salarios no fueran en pesos argentinos o las tarifas no fueran en pesos argentinos, es el sector que exporta prácticamente todo. La soja se exporta, prácticamente, en un 95 por ciento, no se exporta en pesos argentinos, se exporta en euros, en dólares, pero los costos son argentinos que sostiene el peón rural, que es el peor pagado de toda la escala salarial. Lo sostiene el peor pagado y el que más trabajo en negro hay”.

Yo creo que no.

¿Es soberbia o mentira?: “¿Para quién es la huelga pregunto? Entre el día 13 de marzo y 23 de marzo, en esos 10 días, han salido exportaciones por 402 millones de dólares, de los cuales, 122 millones de dólares son de maíz. Yo leía un cable de hoy de Roberto Doménech, presidente de la Asociación de Productores Avícolas que denunciaba que se le están muriendo los pollos por la falta de maíz”.

Yo creo que no.

En el discurso de ayer escuché lo siguiente: “¿Qué pasa si los dueños de peaje pide que se suban las tarifas y deciden cortar el paso? O los distribuidores de energía que quieren ganar más. Nos dejarían sin energía a los argentinos? ¿Esta es la forma de negociar y dialogar en la Argentina? No creo".

¿Es muy disparatado el razonamiento? Yo creo que no.

También dijo: "Hoy vemos medidas de fuerza que extorsionan a la población. Es una cuestión de respeto a la democracia. A las reglas de la democracia. Sobre todo a gobiernos elegidos por la voluntad popular".

¿Soberbia? ¿Dureza? Yo creo que no.

Además aclaró: “Las retenciones no empezaron con este Gobierno. Este Gobierno bajó las retenciones del trigo y el maíz, menos las de la soja, que son móviles porque necesitamos que no se ´sojise´ todo nuestro campo, porque necesitamos más productores de trigo, de maíz, de carne, de leche, de pollo”.

¿Malo el razonamiento? Insisto, yo creo que no.

Me parece que hay un trasfondo político e ideológico detrás de todo esto. Lo que está en discusión en el modelo de país. Lo que está en discusión no son los intereses de los pequeños y medianos productores que, probablemente, tengan razón en sus reclamos. Lo que está en juego son las ganancias de los Biolcatti, los Grobo, y tantos otros que lo único que piensan es en sus propios intereses y no tienen más patria que el dinero.

En esta columna lo advertí ya hace meses. La discusión en este país (como en todos, por otra parte) es ideológica. La derecha quiere retrotraernos al país granja, dependiente, sin aspiraciones. Y ha aprendido a hacerlo sin llamar a las puertas de los cuarteles. Ese es el mayor peligro…

viernes, 14 de marzo de 2008

14-03-08

Seguramente estaremos de acuerdo si escuchamos a alguien decir: “hay que terminar con la inseguridad”. ¿Quién puede estar en desacuerdo? Pero…

NO ES LO MISMO. Digo que no es lo mismo que lo diga el ex comisario Patti a que lo diga Estela Carlotto. Estoy seguro que ambos piensan que la inseguridad es un verdadero problema y que hay que terminar con ella. Pero, también estoy seguro que cuando Patti dice “hay que terminar con la inseguridad” no tiene en mente las mismas estrategias que pueda tener la abuela de Plaza de Mayo.

Por lo dicho, es muy importante saber quién está hablando, qué piensa, quién es, y cómo actúa. Y esto sirve para todos los órdenes de la vida. Los seres humanos somos únicos e irrepetibles y por lo tanto tenemos distintas visiones sobre la vida, la muerte, la sociedad. Es importante identificar al mensajero, también. Un mismo mensaje tiene connotaciones distintas y tendrá, seguramente, consecuencias distintas en cómo sea dicho y a quién sea dirigido.

Esto vale, fundamentalmente, para todos (los muchos) que andan por esta vida dándonos consejos. Si su mujer le dice que debería bajar de peso por su propia salud, no es lo mismo que se lo esté diciendo el Dr. Cormillot, quien (creo) además de preocuparse por la salud, también se ocupa de su “negocio”.

Los ejemplos serían muchísimos. No es lo mismo que el dueño de un banco tenga plena confianza en el cooperativismo a que sea un liberal monetarista a ultranza. Son dos bancos totalmente distintos. Por eso es importante identificar las preferencias políticas, sociales, filosóficas, religiosas, de quienes nos habla.

Desgraciadamente, en estos tiempos hay un desmesurado culto a los llamados independientes. Híbridos, diría yo. Ni fu ni fa. Todo mal y todo bien. Mucha gente se autotitula independiente, y se jacta de ello, por no estar atado a ninguna ideología, a ninguna religión, etc. MENTIRA.

Como dije antes, todos tenemos, en más o menos, posición sentada sobre la vida, la muerte, sobre cómo debiera ser la sociedad. Y esa postura no nos vino como un milagro, como una iluminación divina. Tomamos diversas posturas porque escuchamos, comparamos, estudiamos, leemos y, por sobre todo, porque después de hacer todo ese esfuerzo intelectual, somos únicos e irrepetibles y llegamos a nuestras propias conclusiones. Claro que no en todos los temas, en algunos los tomamos prestados. Pero eso, nosotros, la gente común.

Los políticos, los sacerdotes, los comunistas, los militaristas, los conservadores, los radicales, los peronistas, todos y cada uno de ellos tienen posturas sentadas sobre muy diversos temas.

Ah, los periodistas también. No es lo mismo leer La Prensa o La Nación que leer Página 12 o Crítica Argentina. Entonces, si no es lo mismo, ¿dónde ponemos eso de la independencia? Si todos los periodistas fueran independientes, daría lo mismo un diario que otro, un programa que otro, porque, ciertamente, no hay “independencia de derecha” o “de izquierda”, no hay independencia “peronista” o “radical”. Y a la identificación le escapan todos. Por varios motivos, entre ellos uno no menos importante es el no quedar identificados hacia algún sector y perder posibilidades en el mercado laboral. Ah!, entonces los que también tienen postura tomada son los dueños de los medios.

Criticaba Arturo Jauretche que eso de la libertad de prensa había quedado obsoleto siendo reemplazado por la libertad de empresa. Y algo de eso debe de haber porque, vaya que casualidad!, no he encontrado nunca ningún análisis de la realidad hecho por un marxista en el diario La Prensa. Por eso hablaba de la dificultad de muchos de identificarse para no perderse la posibilidad de trabajo.

Pero, eso es una cosa, lo de independencia es otra muy distinta. Por eso, amigo lector, no crea en los que no se definen. Son gente tibia, aunque grite muy fuerte. Todo bien y todo mal. Ni fu, ni fa. Es más, a veces, suelen ser peligrosos…

jueves, 13 de marzo de 2008

07-03-2008

Siempre soy respetuoso de las opiniones y creencias ajenas. Muchas veces, incluso, de aquellas que son completamente contrarias a mi pensamiento. Sin embargo, algunas “cositas” de este mundo que nos toca vivir, me cuesta mucho digerirlas.
El próximo sábado, 8 de marzo, se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Demasiadas injusticias justifican la existencia de un día como este. Y, aunque parezca mentira, quizás hoy más que nunca sea necesario reflexionar sobre la mujer y su absoluta necesidad de igualdad de derechos frente a los hombres.
De forma casual llega a mis manos un Corán. Reitero que respeto todas las opiniones y creencias por extrañas y lejanas que me parezcan, pero creo que nada, absolutamente nada, debe superar el sentido común, el más elemental raciocinio. El que nos eleva y nos pone un poquito por arriba de la simple cucaracha.
Leo en el verso 38 del capítulo “Las mujeres” del Corán: “Los hombres son superiores a las mujeres, a causa de las cualidades por medio de las cuales Dios ha elevado a éstos por encima de aquéllas, y porque los hombres emplean sus bienes en dotar a las mujeres. Las mujeres virtuosas son obedientes y sumisas: conservan cuidadosamente, durante la ausencia de sus maridos, lo que Dios ha ordenado que se conserve intacto. Reprenderéis a aquellas cuya desobediencia temáis; las relegaréis en lechos aparte, las azotaréis; pero, tan pronto como ellas os obedezcan, no les busquéis camorra. Dios es elevado y grande".
Sigo leyendo. Pero esta vez lo hago en la Biblia judeocristiana. "No hay maldad comparable a la maldad de la mujer... El pecado llegó con una mujer y a ella se debe el hecho de que todos nosotros habremos de morir." (Eclesiastés 25:19,24). Y en Timoteo 2:11-14: "La mujer debe aprender a estar en calma y en plena sumisión. Yo no permito a una mujer enseñar o tener autoridad sobre un hombre; debe estar en silencio. Adán fue creado primero, luego Eva. Y Adán no fue el engañado; fue la mujer quien fue engañada y se volvió pecadora".
Aquí me gustaría hacer un pequeño comentario al margen. No sólo se acusa a la mujer de ser la instigadora del famoso pecado original, sino que en la Biblia se presenta a Adán como un verdadero cobarde cuando trata de justificarse ante Dios: "La mujer que pusiste a mi lado me ha dado la fruta del árbol y yo la he comido." (Génesis). Cobarde y botón, nuestro primer representante de género no nos deja bien parados (a los hombres, digo). En el barrio no estaría bien visto.
Estas “cositas” nos debieran hacer replantear muchas conductas. Indudablemente la mujer ha sufrido mucho a lo largo de la historia de la humanidad y muchas mujeres aún sufren discriminación en el trabajo, en la educación, en el trato diario, etc.
Pero mi mejor homenaje a la mujer, es compartir la lectura de algunas de ellas:
EVA PERON: “No, no fue el azar la causa de todo esto que soy, en mi país y para mi pueblo. Creo firmemente que he sido forjada para el trabajo que realizo y la vida que llevo.

Cuando analizo, en la intimidad de mi alma, el caso que me ha tocado vivir, más y más me convenzo de la mentira que son el azar y la casualidad.
Si el azar y la casualidad gobernaran el mundo todo sería un grotesco caos; y no podríamos vivir en un escenario tan variable. No, el azar no gobierna al mundo ni a los hombres. Por fortuna, gracias a Dios las cosas suceden de otra manera que unos llaman Destino y otros Providencia y casi todos atribuimos a Dios.
Yo creo firmemente que, en verdad, existe una fuerza desconocida que prepara a los hombres y a las mujeres para el cumplimiento de la misión particular que cada uno debe realizar.
Si esa fuerza es maravillosamente divina o ha sido puesta por Dios en la naturaleza de la sociedad o del alma humana, yo no lo sé ni pretendo averiguarlo, pero creo que existe y que nos conduce sin forzarnos con tal que nosotros no le neguemos nuestra generosidad.
Lo indudable es que esta solución espiritual es también mas fecunda que a otra del azar: el que se cree hijo de la suerte no se siente obligado a nada, puesto que el azar no tiene personalidad ni puede tener exigencias de ninguna clase: pero el que sabe hijo de un Destino o dela Providencia o de una fuerza desconocida pero de un origen superior a su vida y a su naturaleza, tiene que sentirse responsable de la misión que le ha sido encomendada.”
SIMONE DE BEAUVOIR: “No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste en la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica de femenino. La liberación sólo puede ser colectiva y exige que acabe la evolución económica de la condición femenina.”



EL COSO DE AL LAO

jueves, 28 de febrero de 2008

Todos de acuerdo

El Joven Galeno, recientemente incorporado a la mesa del café del Gallero, dos días después de la famosa definición del Loco Vieytes, se digirió al mencionado y le espetó: “Decime, Vieytes, tengo una duda: me podrías definir qué es para vos estupidez?”.
La mirada del Loco tomó altura hasta posarse en el viejo ventilador de techo que hacía ingentes esfuerzos para dar una y otra de sus desganadas vueltas. “Perdón –continuó el Joven Galeno- te puedo llamar Loco?”.
“Faltaba más! –replicó al instante nuestro amigo- viniendo de usted más que un apodo es como un diagnóstico cariñoso”. E, inmediatamente, casi sin respirar dijo: “Estupidez, básicamente, es la falta total o carencia aguda de sentido común. ¿Cómo explicárselo, mi querido tordo? Para continuar con el tema del otro día, estupidez es usar la moto como si fuera una camioneta…”
“No entiendo” atinó a intervenir el Pelado Manchais. “Muy fácil y muy gráfico para explicar, continuó el Loco, si un tipo sale a hacer las compras con los dos pibes, la jermu, la suegra y las bolsitas del supermercado en una zanelita 50, para mí no está cometiendo una infracción de tránsito, para mí ES UN ESTUPIDO!!... se entiende ahora? Y encima, si tienen algún accidente, seguramente la culpa siempre es del otro, o de las autoridades que lo dejan transitar así.”
Hubo una especie de asentimiento general, no unánime, claro, pero la mesa comprendió lo que quería decir el Loco. “Bueno –intervino el Joven Galeno- si alguien es estúpido, es obligación de las autoridades actuar en salvaguarda de su vida y de la de los demás, no? Me parece?”
“Por supuesto –se metió en la conversación el Polaco- la ley tiene que ser dura y aplicarse a todos, absolutamente a todos!” A partir de allí, la conversación derivó en anécdotas, en descripción de accidentes, en el convencimiento de cambiar las leyes y ser más rigurosos.
En medio de todo esto, el Rulo Thompson, metió un bocadillo que realmente me gustó. “EL que estuvo muy bien y explicó las cosas como son, es ese que escribe en Internet, El Coso de al Lao”. Inmediatamente levanté la vista y conté con la mirada cómplice del Tano y el Polaco. Extrañamente (y por enésima vez esa tarde) la mesa asintió a pleno. No les quiero ni contar a dónde fue a parar mi autoestima. Me sentí como Bruno Díaz oyendo elogios hacia Batman. Como Don Diego de la Vega cuando el pueblo vitorea a El Zorro. Las mieles de la gloria empalagaban mi ego. No es fácil que tipos como los que frecuentamos (me incluyo) la mesa del café del Gallego se manden un comentario favorable. Seguramente, si supieran quién es El Coso de al Lao, no hubieran estado tan generosos a la hora de elogiar(me). Pero… tal como suelen decir “la gloria es efímera”. Y la mía fue tan efímera como clandestina. No duró lo que dura un suspiro.
Uno de los Innombrables intervino: “Yo no creo que ese Coso tenga tanta razón como dicen. Al final de cuentas le echa la culpa al pasado, a la historia, a los gobernantes que tuvimos. En fin, hace lo que todos, le echa la culpa al otro. Yo creo que cada uno tiene una parte importante de culpa”.
Yo no sé si es la humedad de los últimos días. La lluvia que provoca anegamientos cerebrales o que el Alzheimer se está propagando demasiado rápido. Lo cierto es que, nuevamente, y por milésima vez en la tarde, TODOS ESTUVIERON DE ACUERDO.
Estuve a punto de intervenir, decir algo, salir en defensa de mis propias (y ocultas) ideas. Pero fue el Joven Galeno quien volvió a la carga dirigiéndose al Loco: “Che, Loco, te quedaste callado. Tiraste la piedra y escondiste la mano, jeje”.
“No, perdón –contestó el Loco- es que me quedé como en ensoñación. Estaba como en éxtasis mientras los escuchaba a todos. Sus sabias palabras me transportaron en tiempo y espacio. Les juro que mientras se desarrolló la interesante conversación que tuvo lugar hoy aquí en esta mesa, tuve la sensación, la vívida sensación, de estar viviendo en Suiza…”

viernes, 22 de febrero de 2008

Contra la estupidez no se puede

El problema no son las picadas. El problema no son los jóvenes. El problema no son las motos. El problema no es el tránsito.
El problema es que hemos dejado de ser una sociedad organizada. Una sociedad con algunos valores (sólo algunos, claro) como solíamos ser. El problema es el sálvese quien pueda.
Vivimos en una sociedad muy violenta. No hablo de violencia física. Violenta en general. Y lo aceptamos y lo fuimos aprendiendo de a poco. A través de los chantajes que nos propuso el sistema.
Mientras en nuestro país se torturaba, se secuestraba y se apropiaban niños, declamábamos a los cuatro vientos que éramos “derechos y humanos”. En esa época descubrimos que Miami era accesible (tablita del dólar mediante) y mientras nuestro país era ferozmente vendido y endeudado, nos comprábamos los primeros televisores color. Allí nació el famoso (y triste) “deme dos”. Y como sociedad no tuvimos las agallas de enfrentar a quienes nos estaban hipotecando el futuro. El problema es ése. Es más fácil no pensar.
Después, la propia torpeza de los dictadores más que nuestra propia esperanza de un país mejor, nos trajo la democracia. Pero ya teníamos el virus dentro. Habíamos probado las mieles del primer mundo y queríamos volver a hacerlo cueste lo que cueste. Cuando alguien gasta más de lo que gana, el faltante sale de algún lado.
Y, entonces, nos volvieron a prometer Miami, Europa. Uno a Uno. ¿Cuánto ganás? 1.000 dólares, che. ¡Qué nivel!
Cuando alguien gasta más de lo que gana, el faltante sale de algún lado, repito. Entonces vendimos los teléfonos porque no andaban bien. Vendimos la luz, el gas, los trenes, los aviones, el acero. No importa. Nuevamente la plata dulce.
Cuando Colón llegó al Caribe cambió espejos por oro. 500 años después, nosotros lo seguimos haciendo. Nos vendieron espejos y les dimos nuestro oro. Oro puro, nuestros valores, nuestro corazón. Nos vendimos…
Cuando alguien gasta más de lo que gana, el faltante sale de algún lado.
No se si se habrá dado cuenta, pero estoy hablando de violencia. Primero los secuestros, desapariciones, las torturas. Después fueron 6 millones de argentinos sin trabajo. Desocupados. Después de vender las joyas de la abuela, hubo que seguir endeudándonos para mantener la fiesta. Y de esa manera entramos en el primer mundo. Claro, hizo falta un toquecito de impunidad para algunos “descuidos”. Impunidad para unos pocos.
¿El costo? Quince años, una o dos generaciones de argentinos que no se alimentaron bien cuando debían. Que no estudiaron como debían. Que no se educaron en la cultura del trabajo como debían. Que probaron la droga como no debían.
Pero lo peor de todo es que todo esto lo hicieron o padecieron ante la indiferencia total de nuestra sociedad. Indiferencia hasta que se empezaron a hacer notar. Piquetes, cortes de rutas y de calles. “¿Pero qué quieren estos negros?” se escuchó más de una vez. “El derecho a circular es de igual jerarquía constitucional que el derecho a comer” se alzaron las voces.
Lo peor de todo esto es que unos han perdido parte de sus posibilidades de crecer sanos y fuertes porque no tuvieron las mismas oportunidades. Los otros, hemos perdido una sana costumbre: la de pensar. Porque en realidad nos siguen chantajeando. Espejitos por oro. “No te metás” por supuesta tranquilidad. En vez de ponernos a solucionar los problemas, hacemos “barrios cerrados” para no verlos.
Por eso el problema no son las motos, ni los adolescentes, ni el tránsito. Ellos no trafican droga… apenas (algunos) la consumen. Ellos no se esconden para beber alcohol… nosotros se lo facilitamos. Ellos no deciden a qué hora se abren los boliches… nosotros abrimos esos boliches. Ellos no nacen sabiendo transgredir las normas de tránsito, sabiendo evadir impuestos. Eso lo aprenden de nosotros. Y como ven que no nos importa, aprenden de indiferencia.
Estos chicos, como muchos chicos argentinos, son víctimas inocentes de una comunidad que rifó su calidad de vida, sus valores, su solidaridad, las verdaderas ventajas que tenía con respecto a sociedades “supuestamente” mucho más avanzadas, digo, las cambió, por espejitos de colores.
Quizás el Loco Vieytes hizo el comentario más acertado con respecto al tema de la semana. En el bar del Gallego fueron largas y acaloradas las tertulias en las que todos expusimos nuestros puntos de vista y nuestras “maravillosas” soluciones, café por medio, claro.
El Loco dijo: “digan lo que quieran, propongan lo que quieran, la cuestión es que se puede legislar sobre los locos, los chorros, los asesinos, sobre el dinero, sobre la salud y la educación, se pueden hacer leyes y hacer cumplir leyes de lo que se les ocurra… Pero, no hay caso, muchachos, contra la estupidez no se puede…”

jueves, 14 de febrero de 2008

No existís!!

Cito textual a Alejandro Gravanago, un médico que supo trabajar en el Tren de las Nubes, allá en Salta y que se ha dedicado a escribir algunas cositas interesantes. Entre ellas, “Actualización de Zonzeras Argentinas” (Ed. Milor, Salta, diciembre de 2000)
“ Si no tenés e-mail no existís”
La frase “no existís” fue incorporada al léxico cotidiano por la juventud en las últimas décadas y constituye una expresión degradante de nuestros travestidos valores que cabalgan en él: tener para ser, más aún para existir. “Ser o no ser” dijo Shakespeare, y su máxima filosófica atravesó varios siglos hasta ponerse en duda el fin del milenio; hoy la disyuntiva es “tener o no tener”, así lo ha elaborado el imaginario popular a riesgo de negar la autoría de la máxima obra de la naturaleza, la de existir o no.
Esto de ligar la cibernética a la existencia humana se presta, entre otros, a dos análisis: por un lado, surge el endiosamiento del mundo virtual transformado en el máximo anhelo de esta sociedad contemporánea, a la cual incita, a su vez, a desmembrarse, a sacrificar el ámbito coloquial de persona a persona, ámbito irremplazable por su riqueza gesticular de cuerpo y ánimo; sólo en este ámbito pueden palparse las sensaciones dérmicas, apreciarse la mirada y considerar el valor sustancial de la inflexión de la palabra, como así también la expresión del rictus o la majestuosidad de la sonrisa. ¿Cómo se daría la seducción en un mundo absolutamente “electronizado”?
Por otro lado, con la cibernética se pretende reemplazar al libro, a una carta o cualquier publicación escrita, susceptible de ser transportada al tren, al bar, a la playa o al baño. La lectura es un disparador descomunal para la imaginación y ésta se nutre de distancia, de colores, de sonidos, de movimientos, de actitudes humanas, también de hecho animales, vegetales y hasta minerales. Los textos son disparadores de fantasías y a la vez, el hecho de poder transportar millones de letras, combinadas en miles de palabras, debajo del brazo es una posibilidad impagable.
Aquí la zoncera consiste en alentar el avance científico como medio para la deshumanización y más que nunca vale aquello de “lo que no sirve para mejorar al hombre no sirve para nada”. Esta aparentemente ingenua aseveración de “no existís” conviene que sea tenida muy en cuenta porque hoy se puede “no existir” si no lucís tal o cual pantalón, si no conocés a tal o cual intérprete, incluso llegando a la ridiculez de “no existir” por ser hincha de un determinado club de fútbol.”
Más adelante agrega para finalizar: “Ahora se puso de moda el chateo, más que una comunicación virtual, una desvirtuación de la comunicación. La globalización de las comunicaciones llevó la cotización de la bolsa de Tokio al monte chaqueño, el precio del Down Jones a la una de Atacama y ahora es capaz de poner a hablar a un salteño con un australiano, mientras tanto el salteño del monte, el de la una y el de la propia capital no logran entender qué pasa en su entorno, en su provincia y en su país, por qué le ocurren las cosas que le ocurren y por qué le va pero aunque insistan en convencerlo de que todo esto es bueno. Ocurrió que, de tanto comunicar al hombre con el mundo, lo aislaron de os seres que lo rodean, con los cuales comparte los mismos males pues son víctimas de los mismos victimarios.”
En otro capítulo de este jugoso libro, el autor habla de zonceras que “más que zonceras son estupideces, que no por viejas pierden vigencia…
Estas actitudes son sufridas a diario por los ciudadanos que se acercan a requerir una solución de algún funcionario, legislador, concejal, etc. Y no precisan explicación…
- El doctor está en una reunión
- El doctor viajó
- El doctor fue llamado por el Gobernador o el Presidente (siempre rango más alto)
- No hay presupuesto
- Venga la semana que viene
- El doctor está firmando…
- El doctor está en el norte, en el sur, o en el oeste
- Su tema pasó a Asesoría Letrada
- Lo suyo ya salió, vaya a Hacienda
- Está todo pero falta el Decreto
- La economía está bien, el único problema es la desocupación
- Recién hace 6 meses que gobernamos (o doce o 18)
- El doctor está descompuesto…”
La verdad es que alguna vez me contestaron alguna de estas frases… a usted no?

viernes, 8 de febrero de 2008

La eterna soberbia argentina

Los años 90 marcan una de las etapas más decadentes de la cultura argentina. Es mi opinión.
Fue el tiempo de la banalización y de la bananización. De la pizza con champagne. De Tinelli. De María Julia Alsogaray y su tapado de piel. De los jubilados pidiendo lo que les correspondía y de los 15 puntos de desocupación. La destrucción de la salud pública, de la educación pública, de todo lo público. Fue el tiempo del 1 a 1.
Hace mucho tiempo (era yo joven) escuché a Juan Alemann afirmar que el país no había valorado suficientemente los cambios que había introducido José Alfredo Martínez de Hoz, que eran profundos y que repercutirían durante muchos años en la vida económica del país. Y cuánta razón tenía. Estaban destinados a un país sin producción, sin industrias, sin educación.
Creo que lo mismo pasa con esta década nefasta del neoliberalismo de los 90. Porque no nos damos cuenta de lo profundo de su mal y que perdurará mucho más tiempo del que creemos. Porque somos así. Porque ahora andan las cosas un poco mejor, porque hay más trabajo, porque hay más producción. Pero la marca indeleble que significó para toda una generación de argentinos la década del 90, parecerá eterna.
Nos dejó una generación casi completa de analfabetos funcionales. De chicos y chicas que no han podido alimentarse como corresponde durante sus primeros años. Que no han recibido la debida educación ni la debida atención médica.
Son los que deberán tomar responsabilidades como adultos activos dentro de muy pocos años. Son la masa laboral de la década que viene. Son la masa electoral de la década que viene…
Y no han tenido modelos. Bah, modelos son lo que sobran, no? Modelos bailando, modelos patinando, modelos en un caño, modelos en video, modelos en bo…
Pero no sólo aquellos más desfavorecidos sufrieron. Los profesionales de hoy, no suelen ser lo que otrora eran (o parecían). La mayoría de los maestros jóvenes ostentan graves faltas de ortografía y huecos importantes en su cultura general. Lo mismo pasa con los nóveles periodistas al que los salva un tanto la tecnología de la computadora que viene con corrector ortográfico incluído. Pero el tema es que para las ideas no hay diccionario que valga, tienen que salir de uno. No quiero ni pensar en aquellos arquitectos, ingenieros, médicos y tantos otros profesionales que en los noventa manejaban taxis por la Capital. Años de geografía callejera, pero poco estudio y práctica. Quizás hayan aprendido cómo llegar, aunque no sepan para qué ni por qué.
Hay un vacío que todavía no se ve pero que requerirá de muchísimo más esfuerzo que el que debimos hacer como pueblo hasta ahora y debiera ser una responsabilidad de la dirigencia política, empresarial, de los intelectuales, de todos, estar pendientes de esto e intentar prevenir males mayores.
Cambiando de tema, aunque tiene algo que ver con lo que hablamos de la decadencia cultural, ayer, venciendo al sueño, me quedé a ver el partido entre la selección argentina sub 23 y el seleccionado de Guatemala. Más allá del resultado y de la evidente superioridad de nuestro seleccionado me quedé espantado de los comentaristas del encuentro. Mucha soberbia, mucha “presunta” superioridad y cierta forma de subestimar al “otro”, si bien no me dejaron perplejo (uno está acostumbrado a los que “se las saben todas”), me apesadumbraron un tanto.
No es que uno pretenda demasiado, pero comentar un partido como si se lo estuviese mirando en cualquier mesa de café, me parece deprimente. Para eso estamos nosotros, usted, yo, la gente común, que podemos darnos el “lujo” de ser un tanto groseros, prepotentes, testarudos, soberbios… pero quien tiene la responsabilidad de llegar a tantos con sus palabras. Me parece una barbaridad.

jueves, 31 de enero de 2008

Más allá de nuestro ombligo...

La multiplicidad de noticias, informes, conocimientos que tenemos al alcance nuestro en esta era denominada “de la información”, verdaderamente es abrumadora. Realmente no sé si estamos más o mejor informados, lo que sí estamos “más rápido” informados. Se entiende?
No es que suceden más cosas, es que ahora tomamos conocimiento de ellas. Se desborda un río en Vietnam, estornuda el Presidente de Polonia, el de Francia se pone de novio con una modelo italiana, y así sucesivamente podríamos seguir enumerando la infinidad de tonterías de las que nos enteramos a través de los noticiarios televisivos, radiales o a través de los diarios. No todas son tonterías, claro, pero (entre nosotros) convengamos que la mayoría no nos aporta nada. Ni siquiera desde el punto de vista educativo. Dudo que a raíz de esta catarata informativa conozcamos más de historia, de geografía, del ser humano…
Esto deriva en dos estados de ánimo individual: por un lado nos sentimos como más “dueños” de nuestro mundo. Somos gente informada, che. Todo esto nos amplía el horizonte y de alguna manera “vemos” más allá de nuestro ombligo, de nuestro barrio, de nuestra “aldea”.
Pero por el otro lado, este supuesto conocer más, nos puede hacer dar cuenta de lo “pequeños” que somos. Da la impresión que este ancho mundo que antaño se medía en longitud y en tiempo, hoy es más grande que nunca a pesar que llegamos más rápido a dónde queramos. Es una paradoja. El hombre posmoderno sólo tarda unas horas en viajar al otro lado del planeta, pero es un hombre solitario, individual. Solo frente a la pantalla de la computadora, solo frente al televisor, solo escuchando con sus auriculares, y anda solo por esta vida compartiendo apenas lo que la tecnología le permite. Que realmente es muy poco, no pasa del mensaje de texto en celulares y computadoras.
Visto así, asusta un poco. No nos damos cuenta pero los cambios son vertiginosos cada día más. Basta con ver un poco a nuestro alrededor y comprobar lo distantes que se encuentran las generaciones. Antes existían puntos en común entre generaciones sucesivas. Hoy cada generación que sucede tiene menos puntos en común con la anterior. Un adolescente de 15 años comparado con un joven de 25 no parecen tener muchas cosas en común mediando entre ambos, apenas una década.
Tal vez sea solo una impresión. Una forma relativa de ver lo que pasa en nuestro mundo. Quiero decir, tal vez algunos estemos viejos y un poco más … lentos. Puede ser…
Pero que estos tiempos son un tanto más alienables que otros pasados, no hay duda. No digo que haya habido locos, siempre lo hubo y de toda calaña, pero hoy… hay cada uno!!
Como decía al principio, en la vorágine de información que nos llega resalto un hecho curioso. Sucedió en un vuelo comercial de Air Canadá que cubría el trayecto entre Toronto y Londres. Parece ser que el piloto enloqueció en pleno vuelo y debieron aterrizar (aterrorizados) de emergencia en un aeropuerto irlandés. Lo realmente llamativo es que el piloto no enloqueció así no más, el tipo (del que no dan ni nombre ni detalles) comenzó a vociferar y gritar pidiendo “hablar con Dios”.
¿Se imagina la situación? La persona que lo está conduciendo a 11 metros de altura sobre el Océano Atlántico, de pronto deja los controles de mando y comienza a mirar por el parabrisas o por alguna ventanilla, en varias direcciones como buscando algo y, con voz impostada y supuestamente importante, solicita y ruega que quiere “hablar con Dios”.
¿Lo habrá visto? Allí, tan alto, en el cielo. En esos paisajes que nos regalan los viajes en avión por sobre las nubes, con el brillante y firme azul celeste del firmamento. Paisajes más parecidos a las pinturas de la Capilla Sixtina que a algo real. Pregunto, ¿lo habrá visto? ¿O lo habrá escuchado? Qué misterio, qué cosas raras que nos depara nuestra mente.
Pero por suerte, y lejos de estas extravagancias, la conversación que sorprendí entre el Loco Vieytes y el Gallego al entrar al café, me trajo de nuevo a la banal realidad. “Mirá, Gallego, a mí me encantan las mujeres con mucho seno…” A lo que el galaico dispensador de bebidas contestó: “Con más de dos, me asustan…”

jueves, 24 de enero de 2008

El futuro en estas manos...

Navegando por la “red de redes”, me enteré que comenzó el denominado Foro Económico Mundial que se realiza en Davos, Suiza. Realmente me importa muy poco lo que unos señores muy poderosos y muy ricos hagan ya que está demostrado que las únicas soluciones o propuestas que surgen de esas reuniones son en provecho (obviamente) de los muy poderosos y de los muy ricos. No es que no tome en cuenta que las decisiones u orientaciones que de esos Foros surgen, terminan repercutiendo en nuestras vidas sino que como no soy ni muy poderoso ni muy rico, no guardo expectativas ni esperanzas. Hace más de un millón de años que algún mono se paró en sus patas traseras y hoy por hoy la mitad de mundo pasa hambre y la otra mitad gasta dinerales en dietas para no convertirse en obesos.
Pero lo que me llamó la atención fue que en esta ocasión, los participantes del Foro no sólo discutirán sobre el derrumbe bursátil o el terrorismo: los más ricos, poderosos y famosos del planeta hablarán de la ciencia del amor, los 'McMuseos', Facebook y la felicidad.
En la noche de apertura de la reunión anual de cinco días en Davos, los 2.500 delegados de 88 países podrán aprender a 'Resolver los misterios de la mente' si asisten a un panel con eminentes neurólogos, o participar en una sesión convocada bajo el intrigante título de 'Definiendo la grandeza humana'.
También podrán discutir sobre cómo enfrentar el dilema de aceptar o declinar una invitación para convertirse en "amigo" de alguien en sitios de internet como Facebook, Linkedin y Xing.
La discusión versará sobre si estos sitios, que han tenido un enorme crecimiento en los últimos años, pueden ser utilizados "más allá de la socialización, como una herramienta para crear contenidos, probar nuevos conceptos y desarrollar marcas", según el programa oficial.
Varios autores, entre ellos el brasileño Paulo Coelho, participarán en una sesión en la primera noche sobre 'La sabiduría de contar historias: utilizando la ficción para alcanzar la verdad'.
Otros debatirán sobre la proliferación de proyectos culturales como el Guggenheim de Bilbao y el Louvre de Abu Dhabi en la sesión 'McMuseos: ¿Puede la (alta) cultura ser transferida?'
Después del desayuno, el Foro se pone romántico con un taller sobre 'La ciencia del amor', con la profesora de antropología Helen Fisher, de la Rutgers University de Nueva Jersey, sobre cómo la neurociencia y la antropología pueden explicar por qué, cómo, con quién y cuándo la gente siente pasión y se enamora.
El sentido del olfato también es importante a la hora de tomar decisiones, y otra sesión explicará cómo los nervios receptores de nuestras narices están de hecho subutilizados.
En la noche, las sesiones van desde la religión con 'Sistemas de creencias, ¿hasta qué punto nos guian?', hasta la alta tecnología con 'Ciberespías: ¿una amenaza tangente?'.
Los hambrientos pueden asistir a una sesión sobre 'Comida, cultura y civilización' sobre las relaciones de los seres humanos con lo que comen, con la asistencia de chefs famosos como Hemant Oberoi del Taj Mahal Palace & Tower Mumbai, en India, y la estadounidense Alice Waters, del afamado restaurante californiano Chez Panisse, gran defensora del consumo de productos locales.
Fuera del programa oficial, los importantes ejecutivos y líderes políticos aprovechan la ocasión para reunirse de manera privada en sus habitaciones de hotel, donde se negocian acuerdos y fusiones multimillonarias.
Una charla sobre la 'Psiconomía' con el secretario general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Pascal Lamy, el viernes de noche atraerá posiblemente a una multitud interesada en conocer la influencia de la psicología en la toma de decisiones.
Otra sesión explorará los tabús: los costos y beneficios de romper un tabú, si los líderes pueden utilizarlos para conseguir sus objetivos o si pueden ser utilizados para impulsar la meta principal de los participantes de Davos, "mejorar el estado del mundo".
Y en las fiestas de cada noche, como la organizada por el buscador de internet Google, los delegados tendrán más oportunidades de conocerse y hacer negocios.
Como verán, todos muy preocupados por el destino del planeta. Sin palabras.

viernes, 11 de enero de 2008

Tiempos nuevos

El tipo llegó, plantó la sombrilla, acomodó la heladerita, desplegó dos sillitas de playa, dio dos o tres pasos alrededor como marcando territorio, oteó el horizonte todo a su alrededor mirándonos de soslayo.
Como le comenté, el Tano, el Polaco y yo llegamos tempranito a la playa. El fulano en cuestión casi siempre llega un poco después que nosotros y repite el mismo procedimiento todas las mañanas.
Al rato llega la patrona con el perrito. Entre ambos juntan algo así como 140 años, sin contar el perrito, claro, un cuzquito que me dice el Polaco que es de raza y cuesta mucho. Insisto en que no es muy diferente al pichicho de María, la dueña de la despensa de la otra cuadra, a lo que los dos, el Tano y el Polaco, contestan al unísono que no diga esas tonterías, que el cuzco de la María es marca perro, y este es un “?¿?¿” (no me pidan que lo escriba, no entendí el nombre y no se los iba a preguntar de nuevo, no?). Para mi, no es más que un cuzquito que va a la peluquería.
En mi postura influye, creo yo, la relación de la gente de campo con los perros en contraposición a la gente de ciudad. Para los citadinos los perros son mascotas. Objetos que se compran y se venden y a los que hay que cuidar como precisamente los califico, objetos con cierto valor.
Para los paisanos, el perro es un compañero de trabajo, un guardián, y a lo sumo, cuando le dirigimos la palabra es para decirle: ¡Juiiiiiira!! Con el caballo no nos pasa lo mismo. El paisano le habla, lo cuida, lo baña, lo peina, lo viste con sus mejores galas cuando hay fiesta. Pero el perro de campo no suele tener la misma suerte. Salvo los galgos que son apreciados para las carreras.
Me fui del tema. Quería hablar del “sargento” de “la sombrilla de al lao”. Sargento porque de alguna manera desde que llega comienza a dirigir la playa. “Señora, póngase un poquito más allá que después llegan los mocosos con las paletas y la van a llenar de arena”. “No le parece que sería mejor dejar la heladera debajo de la sombrilla para que no quede al sol?”. “Nene, porque no te ponés crema en esa espalda que a la noche no vas a poder dormir”. Y así, tantas otras frases que lo convierten en una especie de Director ad honorem de nuestras vidas playeras.
A mi no me dijo nada nunca. Debe ser por la cara que le puse en cuanto lo vi. O tal vez porque no debo caerle bien. Con el que suele hablar es con el Polaco, sobre todo cuando se quedan mirando alguna señorita que acaba de pasar. Es que el vejete aprovecha que la doña está dorándose al sol con los ojos cerrados. Comentarios de rutina que no vale la pena reproducir, claro, con algún agregado grosero del Polaco.
A los que no mira muy bien (obviamente) es a los amigos santafesinos. Esos que les conté la vez pasada. Realmente parecen muy, pero muy amigos. Que tanta vuelta, son una pareja de homosexuales.
Y el “sargento” está un tanto alterado. “A usted le parece?” le dijo al Tano, mientras Joaquín le pasaba la crema solar por todo el cuerpo a Rodrigo (así se llaman). “!Qué barbaridad!” contestó mi amigo que no pierde la oportunidad de criticar.
Me quedé pensando. Hace 80 años esta situación ameritaba una denuncia y posterior cárcel por indecencia pública. Hace 40 hubieran sido motivo de burla pública. Aún hoy, gente como el “sargento”, si lo dejaran, los metería presos. A mi ya no me asombra. Como no me asombra el desparpajo de los jóvenes que no tienen ese pudor inútil que se nos enseñaba y que impedía que nos pudiéramos expresar libremente. Libres... el sol me está haciendo mal... ya deliro... mejor termino.
Mis días de playa llegan a su fin. El yugo espera. Por unos días me di el lujo de no leer los diarios, no escuchar la radio, no ver la televisión. Si hubiera caído una bomba atómica no me hubiera enterado. Ah! Esto es vida... hasta la próxima.

viernes, 4 de enero de 2008

Vacaciones

El Tano me explicaba: “Mirá, no es una cuestión de modernos versus antiguos. De lo que se trata es que cada elemento cumpla la función para la que uno lo destina de la mejor manera”.
Tomó el pañuelo chorreante, recién mojado y lo estrujó un poco. Le hizo cuatro nuditos en los correspondientes vértices y se lo encajó en la cabeza. “Esto es vida, susurró con placer, y continuó: fijate en el patovita de la malla bordó, ves, tiene una excelente gorra que para lo único que le sirve es para hacer facha, porque para repeler los agobiantes rayos de Febo, no hay como mi pañuelo bien mojado. Será antiguo, pero es lo más efectivo”.
Como ya habrá comprendido, amigo lector, estoy con el Tano y el Polaco disfrutando de unos días en la playa. Así que mientras el Polaco mira mujeres, el Tano critica todo lo que se le cruza, me deleito en no pensar en nada, descanso más que nada de la rutina.
Eso sí, los tres somos playeros de ley. Nos levantamos a las 7, cargamos el calentador, la pava, la sombrilla, y las sillitas y nos quedamos hasta que anochece. De ahí a bañarnos y nos vamos a una pequeña cantina donde degustamos unas picadas que harían las delicias de toda la barra del bar del Gallego. Casi todos los dias igual.
Irse de vacaciones a un lugar concurrido es una excelente oportunidad de viajar por todo el país. En la playa, en la sierra, o donde fuera, uno tiene oportunidad de conocer gente de toda nuestra patria, distendida, en general amable, y con ganas de contar historias. Por eso, somos los más sociables de la playa. Ya hemos hecho buenas migas con una familia cordobesa, un matrimonio mayor y encantador de Mendoza, una parejita pampeana, y dos jóvenes amigos (muy amigos) que vinieron de Santa Fe.
Y por más reacio o tímido que uno sea, la playa nos “amontona” y nos “obliga” a convivir en una especie de “consorcio” con reglas de convivencia bastante particulares. Allí no hay alambradas pero nuestros espacios están delimitados y son respetados por todos. Claro, nunca faltan los chiquilines de 20, 30 o 40 años que juegan a la pelota a medio metro de la gente y reparten arena a diestra y siniestra con cada pelotazo.
Después están los personajes y los distintos tipos de personas. Todos los días uno no anda fijándose tanto en los demás. Pero aquí, junto al mar y con mucho tiempo ocioso, uno fija la mirada en todos. El viejo lobo de mar, curtido, tostado, atlético. La gorda inmensa con sus inmensos bolsos, su inmensa heladera y sus deliciosas vituallas para pasar el día. El típico oficinista que esconde su panza contorsionándose y traba sus lánguidos músculos para tratar de impresionar. Las chicas, ah, las chicas. Aquí hay todo una pasarela de posibilidades que uno nunca imagina que puedan existir. Hay muchos más. Pero en el desconocimiento uno encuentra rarezas permanentemente.
Y sí, por supuesto, también está el paisaje. Ese mar inmenso en permanente movimiento. Imponente. Aún hoy, me sigue asombrando esa muestra de vitalidad de la naturaleza.
En fin, como verán, una de mis pasiones es no hacer nada. Dicen que el trabajo dignifica al hombre. Bien, estoy de acuerdo y por lo tanto hice un pequeño intervalo a este “mirar la luna” para escribir . Pero, no mucho más. No es cuestión de mezclar los tantos.