jueves, 13 de diciembre de 2007

La escalera del amor

El Pelado es medio filósofo, medio romántico, medio idealista, ahora medio radical, medio bueno y medio malo, medio galán… en fin, lo único que tiene entero es la pelada. Su totalidad, paradójicamente, es la carencia…
“El tema del amor, muchachos –comenzó diciendo sin que nadie le preguntara- es como dice Dolina. Hay como una especie de escalafón y cada uno de nosotros ocupamos determinado puesto. Los hay números uno, 10 y también está el novecientos noventa y nueve. Para ser más gráficos: son puestos en donde te pone el destino. En cada escalón entran muchos por diversas razones: políticas, sociales, económicas, físicas, espirituales, etcétera, etcétera, etcétera”.
Para dónde vamos? Pensé en ese momento, el monólogo me empezaba a entusiasmar. “Por eso, mis amigos, en el tema del amor se aplica este escalafón. Cualquier tipo puede ser 9, 54, 290 o 743. En cualquier puesto nos coloca el destino. Por apariencia física, por posición económica, por situación geográfica. Lo cierto es que las minas, también. Y lo más interesante que postula Dolina es que un tipo que está, por ejemplo, en el puesto 256, a lo que puede aspirar, más o menos, es a una mina que no supere el 251, o sea, no podríamos levantarnos una mina demasiado lejos de nuestro puesto viendo hacia los primeros lugares. Una mina que nos supere en más de cinco puestos, ya no nos daría bolilla. Para abajo, claro, es más fácil”.
Me vino a la cabeza la cantidad de “minones” que nunca me dieron bola y la cantidad de “bagayos” que me honran con su “amistad”. Me imaginé en ese instante que toda la mesa estaba haciendo cuentas y tratando de ubicarse en ese universo escalonado.
“Es como una pirámide maya de mil escalones. Arriba, muy pocos “number one”, y a medida que se baja, cada vez más espacio para estar posicionados. Por ejemplo, en el mundo hay muchos 756, y supuestamente, hay muchas 756. Entre cinco escalones más arriba (hacia el uno) y muchos escalones hacia abajo (hasta el 999) debe de estar nuestra mujer esperándonos. La cosa es que cuando alguien logra romper esta regla, porque se puede romper, hay excepciones que confirman la regla, se rompe como una especie de equilibrio y hay varios que sufren”.
La teoría despertó un frenesí de opinión en todos que tratamos de decir algo con respecto al tema. “Má qué escalafón ni escalafón, las minas son todas iguales” sentenció el Loco Vieytes, entre irónico y desvergonzado.
“Yo creo –se animó el Rulo- que puede ser algo de cierto en todo esto. Pero, entonces, en dónde quedaría la teoría de que hay 7 mujeres por cada hombre…?”
“No se contradice –contestó el Pelado- en cada escalón hay muchas mujeres y muchos hombres. Puede haber más de una para cada uno. También hay más de uno para cada una”.
“Siete minas por cada tipo? –preguntó el Tano, como si nunca hubiera escuchado esa teoría- entonces hay seis minas que me están corneando como si nada!!! Cuando encuentre al que se me llevó las que me corresponden…”
Como usted puede apreciar, amigo lector, a través de estas humildes crónicas, las conversaciones del café del Gallego son amplias: fútbol, política, minas… minas… política… fútbol… bueno, ahora que lo veo escrito debo reconocer que no son tan amplias.
Lo cierto es que a partir del este punto la conversación, como es habitual cuando se habla de mujeres, se degeneró. No vale la pena que les cuente. No porque no quiera, sino porque me imagino que muchos sabrán a qué me refiero. O no?
Las más variadas teorías, comparaciones, chistes, groserías, en fin, la galería dialéctica se extendió por un buen rato, hasta que el Loco mirando por la ventana dijo: “Miren, che…!!!”
Si alguno tiene problemas de cervicales, artrosis, o cosas por el estilo, les puedo asegurar que no se notó. Las cabezas giraron como cuellos de lechuzas y nuestros ojos observaron tras de los cristales una escena que venía a tono con la conversación. Allí estaba el “tordo” de la otra cuadra (un galeno que no hace mucho que se recibió) con la hija menor de la gitana Moriz, que cuando llega la primavera hace suspirar a más de uno…
A más de uno se le cayó la mandíbula. Es que el “tordito”, aunque joven, lleva a cuestas una cara de bovino, con esa mirada inteligente de los bóvidos, agregándole una pancita, una tez pálida que no hubiera sorteado con el cuero cabelludo entero por las planicies de Kansas, y una incipiente joroba postural. En fin, lo que se dice un desastre.
Se subieron al auto del profesional y partieron raudamente. No hace falta decir que esta postal tiraba por la borda la supuesta teoría del Pelado y tantas otras que se volcaron posteriormente. Todas las cabezas volvieron a su posición habitual frente a la mesa. Hubo apenas un segundo de silencio y ya estaban casi todos a punto de decir algo, cuando el Gallego, que se había acercado a levantar los pocillos del café, mirando a todos y a ninguno sentenció: “Muchachos, esto confirma que la única teoría válida en cuestiones de amor, es la mía…” Se dio vuelta con la bandeja y se iba hacia el mostrador. La mesa casi al unísono le preguntó: ¿Cuál es Gallego?
“Billetera mata galán, escalafón y la mar en coche…”

jueves, 6 de diciembre de 2007

¿De qué estamos hablando?

“No te calentés!! Coti” le decía en forma jocosa el Loco Vieytes al Coti Verguini en el preciso momento en que yo entraba al bar del Gallego.
“¿Qué pasa muchachos?” pregunté mientras intentaba tomar el Olé de la mesa de al lado para leer alguito sobre el desvelo que tenemos lo hinchas de River por estos tiempos, quién será el director técnico.
“Es que el Loco me tiene loco!!” me dijo el Coti mientras se daba vuelta hacia mí y me miraba con esas miradas que me asustan porque seguramente iba a tener que participar de la charla. “Escuchame, vos que sos un poco más centrado que toda esta manga de tarambanas”.
La mesa protestó al unísono. El Loco, Chiquito, el Pelado Manchais, el Polaco y el Tano (mis vecinos), el Rulo Thompson y uno de los innombrables. “No generalicés” advirtió el Rulo.
“Bueno, bueno. Esperen. Escuchame, me dijo, tenemos un conflicto de opinión y necesitamos una voz equilibrada. En la mesa hay un sector que opina que todo anda mal. Que así no se puede seguir. Que se gasta mucho, que se invierte mal y poco. Que lo único que les interesa a quienes tienen que organizar todo esto es hacer política y no se fijan en los verdaderos intereses de los protagonistas y del público en general”. El Coti seguía explicándome y yo ya me veía en medio de un tole tole increíble porque, habiendo opiniones divididas y pidiéndole a uno que llegue cual Salomón a imponer un fallo equilibrado, no es de lo mejor ya que, generalmente, nadie queda conforme.
“Por el otro lado –intervino Chiquito Grosso- algunos pensamos que por el contrario todo anda sobre ruedas. Que el protagonismo que están tomando los que tienen menos poder económico hace que la distribución tenga que ser necesariamente mejor. Que no podía ser que siempre fuera todo para los más poderosos. A algunos nos parece que esto no es nivelar para abajo sino nivelar para arriba”.
Se hizo un silencio y todas las miradas se centraron en mí. Me sentí halagado. La “honorable” mesa del café del Gallego me pedía consejo y, no solamente eso, esperaba con ansiedad mi contestación. Debo confesar que me extrañó un tanto el nivel que había alcanzado la discusión esa tarde y me tenté a hacerme un tanto el difícil. Con voz pausada y casi sin gritar le pedí un cortado al Gallego. Carraspeé y comencé diciendo:
“Miren, muchachos, la única verdad es la realidad, como decía el General. No soy el indicado para mediar en esta discusión porque yo tengo posición tomada. Ni tanto ni tan poco. Creo que Kirchner ha hecho un buen gobierno, uno de los mejores desde la dictadura. Me dirán que tuvo suerte, me dirán falta mucho, me dirán que hubo fallas. Sí, estoy de acuerdo, pero les voy a decir que por primera vez desde la época de Celestino Rodrigo, me copian eh?, desde aquella época, esta es la primera vez que dos ministros de economía renuncian a su cargo y no por cuestiones económicas. Eso habla de que la cosa anda mejor. Con respecto a que todo tendría que estar mejor, puede ser. Pero tenemos que tener memoria. Tuvimos 10 años de gobierno neoliberal, habría que decir netamente conservador, y luego dos años de algo que ni siquiera arrimó para ser gobierno. Creo que no hay que ser alarmistas porque en definitiva, los que ponen nubarrones en el horizonte son los mismos que se aprovecharon de aquellos gobiernos para enriquecerse y empobrecer al país”.
La mesa. Qué digo la mesa! El café entero estaba en silencio y todos me miraban con unos gestos entre asombrados e irónicos aunque, a los pocos segundos, unas risitas del fondo me inquietaron un poco.
El Loco se empezó a destornillar de la risa. Fruncí el ceño e intenté retarlo. Antes que pudiera decir nada, el Coti y los demás se dieron vuelta ignorándome. El Loco seguía riéndose y entre las carcajadas escuché que decía: “Estábamos hablando de fútbol, boludo… de fútbol… jajajaja”.