Armas de distracción masiva
El porqué Lijo procesó al vicepresidente Boudou
La República Argentina dejó mudos al Juez Griesa y a los
fondos buitres. En una jugada magistral, pergreñada en el más tranquilo de los
secretos, el gobierno argentino hizo lo que dijo que iba a hacer: cumplir y
pagar. Nadie esperaba esto.
Digo en el más tranquilo de los secretos porque el mundo
mediático y el mundillo político se arrastró entre los reproches sobre una mala
negociación y la supuesta irreversibilidad del fallo de Griesa. Nadie,
absolutamente nadie se puso a pensar alternativas. Para toda la oposición no
había nada que hacer y todos, absolutamente todos, lo único que pretendieron es
que se negociara con los fondos buitres.
Claro, si Argentina se sentaba a negociar antes del jueves,
nuestra perspectiva de maniobra negociadora era prácticamente nula, porque de haber
entrado en lo que los que saben denominan default técnico, justificábamos, de
alguna manera, la forma firme y arbitraria conque el Juez Griesa falló.
Por primera vez un banco (el de New York) queda enredado en
la situación y por primera vez, también, Griesa tendrá enfrente a los bonistas
que entraron en el canje.
¿Puede un ignoto y senil juez de distrito de un conocido
lugar financiero impedir que el acreedor cobre lo que el deudor ya depositó?
Pregunto si puede hacer esto teniendo en cuenta que el juicio de los fondos
buitres contra Argentina no contempló en ningún momento la situación de los
bonistas reestructurados.
En fin, creo que se ha dado una situación insostenible para
el propio juez Griesa que pensó que del otro lado no teníamos alternativas para
enfrentar su prepotencia judicial.
La situación es inédita, señores y señoras. Cristina lo
volvió a hacer.
NOTA: muchos reprocharán que el título de la nota no tiene
nada que ver con el desarrollo. Mis queridos y queridas, tiene todo que ver.
En este maravilloso mundo es más caro un mordiscón en el
área de Italia que un embargo por cohecho.