jueves, 30 de agosto de 2007

Me cuesta muchísimo afirmarlo, pero… sí, es verdad, en una cosa estoy de acuerdo con Yonofuí (un “marciano” que conozco): no existen los “independientes”. Y me preocupa un poco estar de acuerdo con ese, pero, vivimos tiempos de concertación y son muchos los que se asombrarán de lo que son capaces de coincidir con gente impensada.
Bueno, al grano. Vivimos en una sociedad capitalista. ¿Qué significa?, que nuestra sociedad está basada en el capital, o sea, en el dinero. Las bases filosóficas son, valga la redundancia, muy básicas: todo tiene precio porque la medida de todas las cosas es el capital.
Hace algún tiempo en una entrevista al abogado de J. O. Simpson (recuerde, el futbolista norteamericano negro que mató a su esposa y el amante y salió libre y fresco como una lechuga) declaraba las bondades del sistema jurídico norteamericano. Pero ante la pregunta si su defendido hubiera logrado la libertad con abogados de oficio (los que paga el estado) la respuesta fue contundente: “No, el que puede pagar abogados caros, tiene más posibilidades de lograr la justicia que quiere”. Dicho en buen romance, si usted tiene plata, puede contratar estudios de abogados que gastarán una fortuna investigando, consiguiendo pruebas, revisando archivos, con un gran equipo de trabajo detrás y, de esa manera, usted tendrá una justicia “distinta” a la que puede acceder quien no dispone de fondos y debe conformarse con abogados del estado que tienen un sinfín de casos que atender, no tienen equipo suficiente y, lo más importante, no ganan lo que deberían.
Sería una obviedad repetir este argumento con ejemplos para la educación, la salud, las oportunidades. Ojo!! No estoy argumentando a favor o en contra, simplemente describo el mundo en el que vivimos. Y no me venga con eso del capital humano, de la solidaridad, del amor, de Dios. Sí, todo eso vale, pero a la hora “de los bifes” las cárceles están llenas, justamente, de gente que no puede pagar caros abogados, los hospitales están llenos de gente que no puede pagar costosos tratamientos, y podríamos seguir los ejemplos.
Por eso, reitero, todo tiene precio. La vida, la profesión, las ideas. Somos vendedores y clientes al mismo tiempo. El intercambio es el modo. No digo ni que esté bien ni que esté mal.
Por estas consideraciones que me hago, tomando mate “bajo el emparrado de mi patio viejo”, es que coincido con el tipito que nombro al principio de la nota. No existen los independientes, todos tenemos un pensamiento, una idea, un patrón, un cliente, la cuenta de la luz a fin de mes. Vamos gente!
A no ser que… ah! Ya sé: si uno critica es independiente. Si uno defiende, es dependiente. No me parece tan simple la cosa.

viernes, 24 de agosto de 2007

De derechas e izquierdas

Parafraseando a Fray Luis de León: Como decíamos ayer…
Después de un pequeño descanso decidí retomar este vicio de andar escribiendo alguna que otra reflexión y más de alguna macana.
Hoy es tiempo de política. Y gracias a Dios creo que lo será por unos cuantos años. Al terminar de leer se va a dar cuenta por qué agradezco.
¡Vio que despelote… (perdóneme la palabra, por como hablamos con respecto a como escribimos, a veces es una tortura mantener el “buen gusto”). Digo, ¡Vio que despiole se vive en los tradicionales partidos políticos argentinos!
Política era la de antes! Peronistas por aquí, radicales por allí, la derecha casi nunca existió y se “maquillaba” entre unos u otros, y la izquierda repartida entre dos mil partidos y fracciones o también integrando, según la coyuntura, alguna alianza con los partidos mayoritarios. La cosa parecía más clara. Pro o contra. En la vereda sur o en la vereda norte.
Señores y señoras: no quiero parecerme a Fukuyama al augurar el fin de la historia, pero, es un placer informarles que, la política argentina, tal como la entendimos durante todo el siglo 20 ha llegado a su fin. Entrando en el siglo 21 estamos encontrando el camino de la mayoría de edad en lo que a política se refiere. Con esto que estoy diciendo, no quiero ofender a nadie, simplemente sospecho que los dos partidos tradicionales: el radicalismo y el justicialismo, tal como funcionaron durante el siglo pasado, no van más.
Y en este reagrupamiento ideológico que estamos padeciendo hay muchos confundidos. (Señora!!, si a usted, Lilita, perdone una pregunta: ¿con López Murphy? Mmmmm) Es sólo un ejemplo, mirando un poquito con la lupa en los más de mil municipios argentinos nos asombraríamos de las alianzas que se están tejiendo. Tiempos de crisis, de confusión que separarán las aguas y alumbrarán un nuevo período político en nuestro país mucho más acorde con lo que sucede en los países del “autodenominado” primer mundo. Como dicen en España: las derechas y las izquierdas.
Algunos políticos poco avezados achacan este fin del radicalismo y el peronismo a Kirchner. Ignorantes que no saben leer lo que pasa en la calle y que no tienen la más mínima memoria de sucesos bastante recientes. En el 2001 todos (reitero TODOS, menos los políticos, claro) golpeábamos cacerolas al ritmo de “QUE SE VAYAN TODOS”. Claro, toda persona con un mínimo de sentido común sabía que esa frase no era literal. Lo que significó fue un quiebre con las estructuras tradicionales de representación. Algunos no quieren o (seguramente no saben) no pueden darse cuenta de eso y continúan calentándose con los últimos rayos del atardecer de una época.
A mi humilde entender, la única incumbencia de Kirchner en todo esto es el haberse dado cuenta de lo que estaba pasando. Reitero, algunos no se dan cuenta. Pregúntenle a “Mendez” en La “Yioja” o a Rovira en Misiones.
Pero ojo, no fue el Presidente el primero en darse cuenta. La derecha ya captó el dato y está mucho más organizada y con muchas ganas de dar pelea. Difícilmente el campo popular les pueda ofrecer otro presidente como el de la década del 90 por eso se está agrupando y lo está haciendo bastante bien. Temo que los sectores “progresistas” no hayan caído todavía en la realidad que se nos viene.
Prepárense, señoras y señores, amigos, deudores (casi ninguno) y acreedores (demasiados), jóvenes, esto recién comienza y vamos a tener que definir qué país queremos. Y no va a ser fácil, eh…
Eso es lo que yo creo…

jueves, 2 de agosto de 2007

Paradojas

Paradojas. Dichosas paradojas… En el país de los alimentos, gente con hambre. En el país más “culto” de Latinoamérica, analfabetos y educación muy pobre. En el país de las grandes distancias, gente sin tierra ni casas. Paradojas. Dichosas paradojas…
Y hay más. Muchas de ellas son derivadas de nuestra proverbial zonzera criolla. Mientras el fútbol semiamateur del interior del país casi no tiene público, el fútbol grande lo expulsa. Como no pueden vencer a unos cuantos violentos, como no podemos acordar un mínimo de respeto en la convivencia, se decide expulsar a todos. La fiesta sin gente no es fiesta, no? Lo que pasa es que para el fútbol argentino la gente es prescindible. Porque como es un negocio, la plata que no entre por boleterías entrará por derechos de televisación. Perjudicados? Los de siempre. Los de abajo. Los que no pueden pagar el codificado o pueden mantener su cuota social al día.
Lo paradójico es que los violentos no tienen clase social. Durante años he visto cómo desde los caros palcos de la cancha de Boca, violentos con dinero arrojan todo tipo de cosas hacia los cuerpos técnicos de los equipos visitantes. Escupen, tiran agua y gaseosas, y cuentan con la complicidad de un periodismo decadente que fija sus cámaras en cuanto algún “inadaptado” intenta romper un alambrado.
Y lo que estoy diciendo no tiene que ver con el fútbol. Estoy hablando de nuestra sociedad, de nuestra comunidad, de nuestra forma de construir un país. No nos podemos poner de acuerdo en formas básicas de convivencia. En tener bien presente que debería haber límites entre mi “metro cuadrado” y el de mi vecino. Y esto incluye respeto, buenos modales, y, sobre todo, forjar una cultura sobre esas bases.
Cambio de tema. El dinero de los argentinos que tienen dinero sigue estando en el exterior. Nuestros presidentes (no importa cuál) desde hace mucho intentan convencer a capitalistas extranjeros para que vengan a invertir en nuestro país. Y muchos lo han hecho. La hermosa y productiva pampa húmeda ha cambiado mucho de dueños en los últimos tres lustros. O sea, los extranjeros, a duras penas, son convencidos de venir a invertir a un país en el cual sus “hijos pródigos” no invierten.
Ahora estamos un tanto calmados. Pero en cuanto nos dan un poquito de “soga” salimos como “nuevos ricos” a comprarnos el mundo. Miami, la plata dulce, los viajes, electrodomésticos, Europa. Cuando se corta el chorro, corremos a las embajadas de los países de donde vinieron nuestros abuelos y que nunca supimos dónde estaban, para sacar el salvador pasaporte comunitario.
Hace apenas 6 años estábamos en el infierno y gritábamos a los cuatro vientos que “se vayan todos” en medio de los augurios más pesimistas que jamás escuché en mi vida. “El dólar a 4 y para fin de año se iba a 8”, año 2002. Hoy malgastamos una incipiente prosperidad en celulares.
Y muy poquito antes de la gran crisis. Casi como una premonición, se pegaba un tiro en el pecho uno de los hombres más honestos que tuvimos. Casi no tuvo su merecido homenaje. Vaya mi respetuoso recuerdo: Dr. René Favaloro.